Desde su llegada al Real Madrid, Xabi Alonso tenía un objetivo claro: forjar un equipo moderno con una identidad definida. El club buscaba dejar atrás la alternancia entre Carlo Ancelotti y Zinédine Zidane, optando por un entrenador con una visión diferente. Tras un exitoso paso por el Bayer Leverkusen, donde logró un histórico doblete, las expectativas eran altas. Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta.
El inicio de la temporada prometía. Alonso implementó su estilo de juego basado en la presión alta y la recuperación del balón, buscando involucrar a cada jugador en el proceso. Rodrygo fue despojado de su estatus habitual, enfrentándose a una dura competencia con Vinícius Júnior, quien se vio relegado al banquillo en varias ocasiones. A pesar de un comienzo fulgurante, con victorias que solo se vieron empañadas por una dura derrota en el Metropolitano, comenzaron a surgir tensiones en el vestuario.
Tensiones en el vestuario
Jugadores clave como Jude Bellingham, Federico Valverde y Vinícius Júnior expresaron su descontento con las exigencias del técnico. Las largas sesiones de video y el enfoque táctico pesado empezaron a generar fricciones. Según Marca, Vinícius se convirtió en el rostro visible de esta división. El brasileño no aceptaba su rol reducido ni las estrictas demandas defensivas que Alonso impuso.
El Clásico como punto de inflexión
El momento crítico llegó durante el Clásico. Vinícius mostró su frustración de manera pública tras ser sustituido a 20 minutos del final. En lugar de intervenir, el club decidió no involucrarse en el incidente, dejando a Alonso lidiar con la situación solo. Este episodio marcó un antes y un después; a partir de ese instante, el técnico sintió que había perdido el control sobre el vestuario.
Marca señala que la falta de apoyo incondicional por parte de la dirección del club contribuyó a este deterioro. Desde aquel partido, la intensidad del pressing del equipo ha disminuido notablemente. Xabi Alonso pasó de ser un entrenador con una visión clara a convertirse en un mero gestor de egos. Sin el respaldo necesario, tuvo que ceder ante las demandas de los jugadores y dedicarse más a la gestión interna del grupo.
Las reuniones entre él y varios jugadores en Grecia son testimonio de esta nueva dinámica. Alonso ha tenido que retroceder respecto a sus ideas iniciales y ahora se encuentra a merced del vestuario. ¿Podrá recuperar su autoridad y restablecer una cultura ganadora antes de que sea demasiado tarde?


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