Itziar González, ex-nutricionista del Real Madrid, ha decidido hablar sobre su experiencia en el club, que describe como un auténtico «caucho profesional». Recrutada con la misión de optimizar el rendimiento del equipo y reducir las lesiones musculares, su llegada se tornó en un verdadero desafío.
González, quien cuenta con un currículum impresionante y ha trabajado previamente con jugadores como Dani Carvajal y Rodrygo, llegó a Valdebebas con grandes expectativas. «Vengo con entusiasmo, convencida de que puedo ayudar», declaró a Marca. Sin embargo, sus primeras semanas en el club se vieron empañadas por un ambiente hostil y una falta de comunicación alarmante con el personal médico. «No me presentaron a nadie. Me decían que debía permanecer oculta y no hablar con los jugadores», explicó González.
Un entorno desafiante
A lo largo de su estancia, González sintió que su trabajo era constantemente socavado. En una entrevista reveladora, afirmó haber sido desacreditada desde el inicio: «Me dijeron que estaba aquí por capricho del presidente y que ellos sabrían convencerlo de mi incompetencia». A pesar de estos obstáculos, comenzó a implementar planes nutricionales personalizados y a seguir de cerca la evolución de cada jugador. Los resultados iniciales fueron prometedores; algunos futbolistas reportaron una mejor recuperación y menos molestias después de los partidos.
La ruptura inevitable
Sin embargo, la situación se tornó insostenible cuando los jugadores comenzaron a compartir sus experiencias positivas entre ellos. «Cuando empezaron a hablar entre sí, sentí que algo había cambiado», admitió. A partir de ese momento, las acusaciones infundadas de robo comenzaron a surgir, junto con directrices contradictorias dirigidas a los jugadores y sabotajes en sus recomendaciones durante las comidas o en desplazamientos.
«Se les decía que no me hicieran caso. Algunos intentaban seguir diferentes consejos al mismo tiempo, lo cual es peligroso», enfatizó González. Finalmente, tras varios partidos donde el estado físico del equipo fue calificado como satisfactorio, fue apartada progresivamente: primero se le prohibió viajar y luego se le negó el acceso a Valdebebas bajo el pretexto de su seguridad.
La búsqueda de justicia
«Me dijeron que permaneciera en casa porque había una investigación interna en curso y que todo se resolvería», relató. Sin embargo, las semanas pasaron sin cambios significativos. Eventualmente, el club decidió rescindir su contrato, reconociendo la calidad de su trabajo pero negándose a restablecer la verdad sobre su situación. «Me agradecieron y me pagaron hasta el final, pero se negaron a rectificar la situación», lamentó.
A pesar de las presiones recibidas, González ha decidido llevar su caso ante la justicia. En este nuevo capítulo de su vida profesional, busca ser escuchada y poner en evidencia una realidad poco explorada en el mundo del fútbol: las luchas internas y las sombras que pueden existir incluso en los clubes más prestigiosos del planeta.
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