En abril de 2016, el Real Madrid se encontraba al borde de la eliminación en la Ligaref=»/competition/champions-league/»>Liga de Campeones tras una derrota 2-0 en Alemania ante el Wolfsburg. La presión era palpable, y la única opción para los merengues era revertir la situación en el Santiago Bernabéu. En este contexto, David Bettoni, entonces asistente de Zidane, recuerda un momento clave de la víspera del partido.
Bettoni relata un intercambio revelador con Cristiano Ronaldo durante el último entrenamiento previo al encuentro. «Le pregunté si estaba bien y él respondió: ‘No te preocupes, mañana marcaré tres goles'», recuerda Bettoni con admiración. La confianza del astro portugués era inquebrantable, una característica que lo había definido a lo largo de su carrera. «Solo tú puedes hacerlo», le contestó Bettoni, sin saber que esa noche se convertiría en una de las más memorables en la historia del club.
Una noche mágica en el Bernabéu
El 12 de abril, el Santiago Bernabéu vibraba con una atmósfera electrizante. Desde el primer minuto, Ronaldo mostró su determinación. En un abrir y cerrar de ojos, anotó dos goles en los primeros quince minutos, igualando el marcador global y devolviendo la esperanza a los aficionados madridistas. Su actuación no solo fue un despliegue de habilidad técnica sino también un testimonio de su capacidad para rendir bajo presión.
A medida que avanzaba el partido, la tensión aumentaba. A la hora de juego, Ronaldo selló su hat-trick con un tiro libre magistral que dejó sin opciones al portero rival. «Y lo hizo. Es increíble», exclamó Bettoni, reflejando la mezcla de asombro y admiración que todos sentían esa noche. Este encuentro no solo destacó como uno de los mejores momentos individuales de Ronaldo en Europa, sino que también marcó un punto de inflexión crucial para el Real Madrid en esa temporada.
Un camino hacia la Undécima
La remontada ante Wolfsburg se convirtió en un hito en la campaña del Real Madrid, que culminaría con la conquista de su undécima Liga de Campeones. Esa victoria fue más que un simple partido; fue una chispa que encendió la confianza del equipo y cimentó su camino hacia el éxito europeo. A medida que pasaron las semanas, los merengues demostrarían que eran capaces de superar cualquier obstáculo en su búsqueda por la gloria.
La actuación de Ronaldo no solo solidificó su legado como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, sino que también reafirmó su estatus como líder indiscutible del equipo. ¿Podrá el Real Madrid repetir hazañas similares en futuras competiciones? Solo el tiempo lo dirá, pero aquella noche del 12 de abril seguirá siendo recordada como un ejemplo brillante del espíritu indomable del club.


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