El Real Madrid se enfrenta a un dilema crítico tras su reciente actuación en Anfield contra el Liverpool. En un partido que evidenció las limitaciones del equipo, una secuencia destacada capturó la esencia de su crisis: Arda Güler, en una posición prometedora, optó por pasar el balón a Kylian Mbappé, quien no estaba en la mejor posición para recibirlo. Este momento refleja una dependencia excesiva del delantero francés y subraya la obsolescencia del modelo actual del club.
La dependencia de un jugador estrella, en este caso Mbappé, ha llevado al Real Madrid a un punto muerto. Este enfoque, que se basa en alimentar constantemente a una figura central para que marque la diferencia, limita las opciones tácticas del equipo. No se trata de cuestionar la jerarquía dentro del vestuario, sino de reconocer las restricciones que impone. La decisión de Güler ilustra cómo un colectivo puede volverse predecible cuando se construye en torno a una individualidad.
Un cambio necesario en la estrategia
El modelo de «jugador salvador» solo es sostenible si ese jugador puede rendir consistentemente contra cualquier adversario. Apostar todo por Mbappé puede resultar restrictivo, especialmente cuando sus movimientos no benefician a sus compañeros. La solución es clara: el Real Madrid necesita un enfoque más colectivo y menos centrado en individualidades. Con la llegada de Xabi Alonso, el club espera modernizar su juego y fomentar un estilo más cohesivo.
La importancia del mediocampo
Para que esta transformación tenga éxito, es crucial reexaminar el mediocampo. Los jugadores deben asumir roles más proactivos y desarrollar personalidad dentro del juego. Aunque algunos destellos de calidad se han visto en partidos recientes contra equipos como el FC Barcelona y el Valencia, queda claro que el equipo puede y debe mejorar. La dinámica de resultados ha sido positiva en general, pero la última semana antes de la pausa internacional será clave para evaluar su progreso.
Aceptar las limitaciones actuales es el primer paso para superarlas. No se trata de caer en el pesimismo ni de ignorar los aspectos positivos desde el inicio de la temporada, sino de reconocer que aún hay trabajo por hacer. La transición hacia un fútbol moderno es un proceso delicado para un club con la historia del Real Madrid, pero hay razones para ser optimistas sobre su futuro.


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